He vivido mucho tiempo sin ser consciente de mí. Muchos años sin atender a mis necesidades internas viviendo una vida meramente superficial y monótona, pues la rutina era mi forma de vida. Me despertaba, desayunaba, trabajaba, comía, volvía a trabajar, llegaba a casa, me perdía por internet para matar el tiempo viendo series o jugando videojuegos, cenaba y a dormir…
Y así día tras día. Año tras año…
En mis momentos de tiempo libre no hacía nada más que esperar. ¿Esperar a qué? Esperar a que regresara un nuevo comienzo de semana, prepararme mentalmente para volver al ciclo aburrido que comenzaba cada lunes. Así de simple. ¡Mi vida se basaba en esperar a NADA!
Pero de alguna manera, sucede algo que te marca, te despierta y te guía para cambiar tu rumbo y encontrarte. Puede ser mediante la lectura de un libro profundo, una película o un acontecimiento inesperado.
Te planteas tu vida, lo que has conseguido hasta ahora y lo que realmente quieres conseguir a partir de ahora.
Eso es lo más importante. Ese paso de apertura y consciencia de lo que uno está realizando con su vida y los resultados que está obteniendo. Después de ese paso, no suele haber vuelta atrás, simplemente cambias poco a poco hacia un estado de consciencia superior o más elevado para lograr otro tipo de metas que te aportan más como persona y que enriquece tu paz interior y tu ser.

Es por eso que cuando tuve consciencia del poder de mis alas, comprendí que había nacido para volar. Somos aves, escoge el ave que más te guste y visualiza tus objetivos para poder enfocar tu rumbo. Tenemos la capacidad de volar hacia donde queramos, es cuestión de actitud, acción y constancia.
Libérate de la jaula de tus pensamientos y tus rutinas. Vuela alto.
Con cariño,
Capitán Quirós.